Bocaboca
Editorial 31/3/14
Bocaboca, bocaboca la palabra, bocaboca, viva el habla. Bocaboca entra sale. Hay un puente, un túnel, un acceso público a lo que suponemos privado. Alguien dijo y yo digo. Hay una repetición nueva. Bocaboca abre y cierra. No podemos cerrar sin la convicción de volver a abrir. No podemos dar nada puro porque estamos infectados. Bocaboca procesamos y anticesamos lo dicho. Buscamos la gambeta a lo dictado, creemos que lo dicho no es dicha. Bocaboca el sonido nos provoca, jugamos radio a diario. Lo que escuchamos también es lo que somos. Mozos de la palabra. Ella nos hace creer que se la llevamos en bandeja directo a su oreja, pero acá estamos: bocaboca luchando contra el sentido común, porque es el menos común de los sentidos. Andamos, nos quedamos dudando acerca de quiénes somos, qué rol padecemos, qué estética nos conquista. Bocaboca el habla calma al alma.
La palabra, esa droga adicta a las personas, nos empalaga y nos disfraza como raza. Bocaboca hace radio a diario, desde la incapacidad, desde lo imposible, desde el lugar no. Allá vamos. ¿Qué importa hacia dónde? Si estamos aquí o allá, si nuestra partida se desencuentra en la República Sepratista de San Martín. Bocaboca escuchamos el silencio entre lo hecho y lo desecho, entre el tartamudeo y la dicción anhelada. En radio atómika, en bocaboca hay una cola de pavo real, una pava a medio vaciar, un espíritu burlón de lengua muda, de dientes parlantes. Bocaboca es la ficción real que nos toca.
